En la liturgia del Viernes Santo, la Iglesia te invita a besar a Jesús en la cruz. Acércate a Jesús, no con rutina, sino con santo temor, con admiración y con asombro.
Besa a Cristo crucificado con los labios del corazón, que tu beso sea como un sacramento. Transmite en cada beso lo mejor que hay en ti.
Puedes darle tres besos:
* En los pies clavados, beso de arrepentimiento, como hacía la pecadora. Eran besos bañados en lágrimas, que servían para lavar esos pies benditos. También por tus pecados sigue muriendo Jesús. En este beso le pides perdón por tus olvidos, por tus dejaciones, por tus orgullos y egoísmos. Piensa en todo lo que haces susfrir a los hermanos.
* En las manos heridas, besos de agradecimiento, como hacían las hermanas de Lázaro. ¿No eres consciente de todo lo que debes a Jesús? Con él siempre estarás en deuda. ¿No sabes que sin él caerías en la miseria? ¿No ves que cada día te alimenta con su pan y su palabra? ¿No llevas cuenta de todo lo que te perdona? ¿No aprecias que te siga llamando amigo?
* En el corazón, el beso de la amistad y del amor, el beso enamorado, como los de Magdalena, y los de María, la que ungió con nardo a Jesús.
Si Dios se ha manifestado en Cristo como esposo enamorado, ¿cómo vamos a responder con un amor medido y programado?
Dile a Jesús: Amor divinamente apasionado, enamórame.
(Cáritas Española: Hoy... estoy a tu puerta y llamo (cf. Ap. 3, 20) - Cuaresma y Pascua 2011)
Viernes santo por ignaciosj
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