Están mis ojos cansados
de tanto ver luz sin ver;
por la oscuridad del mundo,
voy como un ciego que ve.
Tú que diste vista al ciego
y a Nicodemo también,
filtra en mis secas pupilas
dos gotas frescas de fe.
(Himno de la Liturgia de las Horas)
Vemos, pero estamos ciegos. Vemos cosas, pero no vemos valores. Ni siquiera valoramos suficientemente las cosas. No valoramos lo que somos y lo que tenemos. No valoramos nada. Sólo valoramos las cosas y las personas cuando las perdemos. Quiere decir que estamos ciegos. Tendríamos que estar siempre alabando y dando gracias por lo que vemos, por lo que tenemos, por lo que somos.
Vamos, pero corremos. Nuestra ceguera nos convierte en seres superficiales y deshumanizados, estresados. Vemos, pero no contemplamos. No tenemos tiempo, sólo tenemos prisas. Vamos, pero no nos encontramos, cada uno va a lo suyo, sólo nos rozamos. ¿Qué tengo yo que ver con el hermano?
Vemos, pero la tele. No dialogamos.
Vamos hacia ninguna parte.Vemos, pero no rezamos.
(Cáritas Española: Hoy... estoy a tu puerta y llamo -cf. Ap 3, 20 Cuaresma y Pascua 2011)
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