miércoles, 24 de marzo de 2010

Catequesis para los pequeños: Domingo de Ramos




Domingo de Ramos  28 de marzo 
Bendito el que viene en nombre del Señor 

En aquel tiempo, Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos, diciéndoles: «Id a la aldea de enfrente; al entrar, encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, contestadle: “El Señor lo necesita”».

Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: «¿Por qué desatáis el borrico?»  

Ellos contestaron: «El Señor lo necesita». 

Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y, cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos, por todos los milagros que habían visto, diciendo: «¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto». 

Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». 

Él replicó: «Os digo que, si éstos callan, gritarán las piedras». Lucas 19, 28-40.

Alegres de recibirle


Cuando alguien importante, visita un lugar, las autoridades y muchas personas salen a las calles y lo saludan con pancartas, y flores. Y a veces se sube a un coche descapotable para que todos puedan verlo. Pues algo parecido le sucedió a Jesús. 
El domingo antes de morir fue con sus amigos a Jerusalén... y les pidió que consiguieran un borrico para entrar a la ciudad. Una multitud salió de sus casas a ver a Jesús. 
Habían oído cosas hermosas de Él, de su amor por los niños, por los pobres, de la sabiduría de sus palabras, de que sanaba a los enfermos. Y Jesús recibió los saludos de la gente con una sonrisa humilde y mucha paz. 
Hoy también nosotros tenemos una oportunidad para proclamar a Jesús como 
el centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a la gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Jesús. Hoy podemos decir a Jesús que nosotros también queremos seguirlo, que queremos que sea el centro de nuestra vida y de nuestra familia. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.

Para dialogar en grupo:

1º.- Los habitantes de Jerusalén recibieron a Jesús con gran alegría. ¿Cómo acoges tú a Jesús? ¿Qué puedes hacer para que se note la alegría de tenerle cerca como amigo?.

2º.- Seguro que te vas a llevar a casa el ramo que simboliza la fiesta de hoy. ¿Qué vas a hacer con él? ¿Dónde lo vas a poner? ¿Qué vas a recordar cuando te fijes en él?

3º.- Hoy empieza la Semana Santa y Jesús, a pesar de que sabía que pronto iba a morir estaba contento. ¿Por qué se sentiría alegre a pesar de ello?. 

QUE TU AMOR PERMANEZCA CON NOSOTROS

En nuestras familias, en nuestro grupo de amigos, en nuestra escuela.
Señor, que tu amor permanezca con nosotros.

En nuestro barrio, en nuestro pueblo, en nuestro país.
Señor, que tu amor permanezca con nosotros.

En todo el mundo.
Señor, que tu amor permanezca con nosotros.

Y ayudemos a construirlo siendo cada día más buenos, más generosos, más atentos a los que sufren, más fieles a tus palabras.
¡Que así sea, Señor!.

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