Por la señal de la santa Cruz...
CUARTO DOLOR. La Virgen María encuentra a su hijo con la cruz a cuestas. Cuando lo llevaban tomaron a un tal Simón de Cirene que volvía del campo y le cargaron la cruz de Jesús para que la llevara detrás del él. Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús volviéndose hacia ellas del dijo: "hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos, porque está por llegar el día que se dirá: felices las madres sin hijos, felices las mujeres que no dieron a luz ni amamantaron. Entonces se pondrán a decir a las montañas: "Caed sobre nosotras"; y a las colinas: "¡Aplastadnos!", porque si así tratan al árbol verde, ¿qué harán con el seco? (Lucas 23, 26-32).
REFLEXIÓN.
Seguramente María estaba acompañada de las santas mujeres que seguían a Jesús camino del Calvario. El padre José Luis Descalzo en su obra "Vida y misterio de Jesús de Nazaret" hace la siguiente reflexión: "Ve a su hijo. Ve los despojos que han quedado de él y apenas puede creerlo. Lo sabe y le parece imposible. Lleva treinta años temiéndolo y ahora se da cuenta de que sus temores se quedaron cortos... también el hijo ha visto ya a la madre y ahora él es quien quisiera esconderse. Si tuviera las manos sueltas se limpiaría el rostro y se alisaría el cabello para que ella no lo viera como está. Hace un esfuerzo por enderezarse y es como si, ante el dolor de ella todos sus dolores hubieran desaparecido. Se miran y en la mirada se abrazan sus almas y el dolor de los dos disminuye al saberse acompañados. Y el dolor de los dos crece al saber que el otro sufre. Lo que en realidad distingue a estos dos corazones de todos cuantos han existido no es la plenitud del dolor sino la plenitud de su entrega. Quizá otros han sufrido tanto como ellos pero nadie lo hizo tan amorosa y voluntariamente. El centurión interrumpe el abrazo de las almas que han durado por décimas de segundo. Adelante, grita, y el hijo se va de los ojos de la madre que ahora tiende las manos hacia él como intentando el abrazo que no ha podido darle. Sólo la madre de su hijo único condenado injustamente a muerte puede entender el dolor de esta hora. Sólo la madre del mejor de los hijos. Sólo la mejor de las madres, la del alma más profunda, la del alma más ensanchada por el amor del dolor..."
La Virgen María hoy ya no se encuentra en la Vía Dolorosa. Reina gloriosa en el cielo y desde allí nos mira e intercede por nosotros. Hoy somos nosotros los que caminamos esta Vía del Calvario, especialmente los secuestrados y sus familias, los huérfanos, los mutilados, las viudas, los inválidos y desplazados que ha dejado la violencia en nuestra patria. Pidamos a la Virgen Dolorosa que comparta con nosotros el dolor. Que nos ayude a ser hombres y mujeres de esperanza. Que nos haga mirar con fe y con esperanza el sufrimiento. Que alivie el dolor de las madres viudas y abandonadas. Que nos acompañe en este camino de dolor que estamos andando.
Meditación en silencio.
Propósito: Acompañar, ayudar a las madres viudas y abandonadas.
SUPLICA.
Por el dolor venerado que tuviste al hallar a Jesús llevando la Cruz, haz que me sea llevadero aún el más duro pesar. Por las familias que han sufrido el dolor de la desaparición de sus seres queridos. Nuestra Señora de los Dolores intercede por ellas. (Padrenuestro y Ave María).
Oración final, (como el primer día).
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